Antes cuando hablábamos de “cine personal” nos referíamos a un
cine en el que podías percibir el estilo del autor. Un cine
distinto, original. La aparición de algunos cineastas como JonásTrueba o Elías León Siminiani han cambiado el significado de la
expresión y lo han convertido en un cine hecho a base de
circunstancias personales. El cine de una
generación, hija de estas redes sociales donde el autor crea
su personaje a partir de si mismo y revela, cada uno a su manera, los
detalles autobiográficos más cotidianos. Y es que Mapa y Todas las canciones hablan de mi son algo más que confesiones privadas de las
obsesiones sentimentales de esos personajes-autor con Truffaut de
fondo. Son a la vez reflexiones metalingüísticas sobre el cine y el
relato, y exhibiciones personales donde, Siminiani y Trueba, expresan
partes íntimas de sí mismos, reflexiones e inquietudes. La música
tiene una doble función, la de ayudar y potenciar la narración, y
la de convertirse en la exposición de los gustos personales del
creador. Un paseo por sus vidas, sus barrios, sus cafés predilectos
o sus bares, donde las citas cinematográficas y literarias son
directas y explicitas y la película acaba enseñándonos, además de
lo concerniente al propio relato, el carácter, las ideas y las
obsesiones del autor disfrazado de personaje. A la vez cine y perfil
de facebook.
Aunque ambos parten de estrategias formales distintas para contar lo que quieren, el punto de partida, tanto de Mapa (León Siminiani,2012) como de Todas las canciones hablan de mi (Jonas Trueba, 2010), es un desencuentro amoroso. Una ruptura que obsesiona a nuestros dos personajes y sobre la que circula toda la diégesis. Dos mujeres que fagocitan los dos relatos, incluso cuando los personajes están con otras mujeres, y que son las co-protagonistas de una relación que ha marcado la vida de nuestros protagonistas-autor. La propuesta de Siminiani es quizás más exhibicionista, puesto que utiliza la primera persona en una suerte de diario fílmico en el que textualmente dialoga con las imágenes y conscientemente interactúa con el personaje que ha creado para si mismo, empleando muchas veces el humor y desmontando sus propias teorías mientras avanza el relato. Donde utiliza grabaciones de lo real, más o menos pensadas por el autor, para fabricar el relato sentimental que tiene su origen en el díptico de cortometrajes Zoom-Límites,1º persona (que aparece en Mapa, al igual que sus imágenes). Y este relato sentimental comienza con la ruptura mencionada y solo nos muestra la relación germen de las obsesiones sentimentales mediante grabaciones caseras filmadas aparentemente sin la finalidad de mostrarnos esa relación. La propuesta de Jonás Trueba es más recatada. No se desnuda como Siminiani y crea una puesta en escena más teatral y literaria. Ofrece a su yo-personaje un actor, e incluso habla de él en tercera persona mediante una voz en off. Al igual que Mapa, Todas las canciones hablan de mi también empieza en el momento posterior a la ruptura, aunque él utiliza flash-backs para contarnos esa relación abortada. Pero pese a que el camino utilizado para llegar al destino es distinto, ambas películas cierran el circulo y, después de aventuras y escarceos amorosos con otras mujeres, esa co-protagonista de la relación germen de cada una de las dos películas aparece al final de ambas. Jonás Trueba le concede el último plano a las manos de ella sujetando una carta de amor entregada por el protagonista. Siminiani va más allá y le ofrece directamente la cámara haciéndole partícipe de la fabricación de su propio diario, su particular video-blog, y asumiendo por primera vez el protagonismo en imagen. El resultado es doble. Devolverle el alejamiento del último plano de Límites, esa carta de amor de Siminiani que sirve de base para Mapa; y dar aun mas constancia de estamos ante una creación y que el Siminiani que vemos es un personaje de su propia vida, como lo son los personajes que nos creamos en nuestras redes sociales.
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